Este viernes se estrena en cines ‘La habitación de al lado’, la última película de Pedro Almodóvar, que es también su primer largometraje en inglés, con el que ganó el León de Oro en la Mostra de Venecia, un festival que lo premió, además, con una ovación de diecisiete minutos.
En la individualista ciudad de Nueva York, el reencuentro de dos amigas, tras muchos años sin verse, propicia que una de ellas -interpretada por Julianne Moore- decida dejarlo, prácticamente, todo para cuidar de la otra -a la que da vida Tilda Swinton-, que padece un cáncer terminal. Esta es la premisa de la película, que está inspirada en la novela de Sigrid Nunez ‘Cuál es tu tormento’.
Con ese universo suyo tan característico, uno se da cuenta enseguida de que está viendo una película de Almodóvar, aunque sea esta, como las últimas, más minimalista, más contenida y los barrios populares hayan sido sustituidos por áreas urbanas y rurales propias de personas de clase acomodada, en este caso de Nueva York. No en vano afirmaba, recientemente, el cineasta en el Festival de San Sebastián que sus películas han ido cambiando del mismo modo en que han cambiado su vida y sus rutinas.
La película muestra la travesía de quien se enfrenta a la muerte, pero también la de quien, con sus dudas y temores, lo acompaña. Ambos papeles brillantemente defendidos por las protagonistas de este filme, cuyo reparto completan rostros del panorama cinematográfico español, como Raúl Arévalo, Juan Diego Botto, Vicky Luengo y Melina Matthews.
Como sucede en ‘Cuando cae el otoño’, de François Ozon, la película profundiza en la amistad entre dos mujeres que ya han alcanzado la madurez, algo poco visto en el cine. Habla también sobre la enfermedad, el dolor y la muerte, temas que el director ya había tratado en otras de sus películas, y lo hace, en este caso, poniendo sobre la mesa el derecho a una muerte digna. Pero si de algo habla esta historia es de la libertad. Y también de la empatía, de ponerse en la piel del otro, de tratar de entenderlo aunque lo que nos diga vaya en contra de nuestros principios. No obstante, para entender a alguien, primero hay que escucharlo, cosa que cada vez menos gente hace. Así está el ambiente de caldeado.
Un aspecto de la película que me pareció metido con calzador es el speech que, en un momento dado, el personaje interpretado por John Turturro hace acerca de la inminente extinción a la que nos aboca el cambio climático. Asumo que Almodóvar pretendía relacionar la agonía de una mujer con un mundo que agoniza, pero ese monólogo me sacó completamente de la historia. Por suerte, el soliloquio fue breve y todo volvió a su cauce rápidamente.
De momento, la mayoría de la crítica lo avala. Y, a partir de mañana, podremos asistir a la reacción del público. Más tarde, veremos cómo la acoge la temporada de premios y, después, sólo quedará esperar a ver con qué nos sorprende el cineasta manchego en su próxima aventura -así es como él califica a cada nueva película-.