Entrevista | Javier Macipe «Esta película habla de esas personas con duende, con ángel, con una mirada que va más allá de la del resto de los mortales»
Hablamos con el director zaragozano Javier Macipe en el Festival de Cine de San Sebastián, a pocas horas de la presentación oficial de su ópera prima, ‘La estrella azul’.
El filme cuenta la historia de Mauricio Aznar, músico y poeta de Zaragoza, que, en un momento de crisis personal decide marcharse a Argentina en busca de nuevos sonidos. Allí, en Santiago del Estero, conoce a un músico ya mayor, Carlos Carabajal, que le descubre el folclore de esa región, del que Mauricio se queda prendado.
Los actores, que todavía no han visto la película, están nerviosos, aunque confiesan que se van relajando con las buenas impresiones de quienes, como yo, juegan con ventaja porque hemos tenido ocasión de verla en un pase de prensa al punto de la mañana. Todavía no saben -no lo sabemos nadie- que el público la recibirá con una ovación de casi cinco minutos.
Antes de que nos atienda Javier, charlamos con parte del elenco de la película: Bruna Cusí, Catalina Sopelana y Marc Rodríguez. Los tres coinciden en que, después de todas las vicisitudes por las que ha pasado la película, que esté estrenándose es un milagro. Confiesan haber sentido durante el rodaje que estaban viviendo algo excepcional, con una energía y una entrega diferentes a lo habitual. Según cuentan, ya el casting fue un proceso muy bonito y especial. Del guion dicen que es precioso y muy poético y de Javier que es un director muy exigente que ayuda a encontrar el camino, que te lleva a lugares más profundos, para llenar de capas al personaje, lo cual resulta muy estimulante para un actor. Alaban su capacidad para haber conseguido que todos los actores, por secundarios que fueran, se empapasen del universo de Mauricio, y creen que el hecho de que tanta gente haya apoyado a Javier y a su proyecto de manera tan incondicional, con las dificultades que ha atravesado, habla por sí solo. El resultado están a punto de descubrirlo.
Pregunta. Viniendo del mundo del cortometraje, ¿le ha resultado muy diferente rodar este largometraje?
Javier Macipe. Rodar un largo es totalmente diferente de rodar un corto. Un corto prácticamente, lo puedes hacer tú solo. Para hacer un largometraje, necesitas convencer a productores, financiadores. Y eso cambia toda la coyuntura porque todas las decisiones hay que pactarlas mucho más. Además, narrativa y artísticamente es otra cosa. Es como la diferencia entre escribir un cuento y una novela. Entonces, ya de entrada, ante un largo uno siente más responsabilidad. Y a esta película en concreto se ha sumado una serie de dificultades. Esta es una película basada en una historia real que yo empecé a construir hace dieciocho años y, como quería ser muy fiel a ella, tuve que investigar mucho, viajar repetidas veces a Latinoamérica y cuando, por fin, conseguí escribir el guion y encontrar productores, que tampoco fue fácil, tuvimos la mala suerte de que llegó la pandemia y se paró todo durante tres años. Si contamos desde que la madre de Mauricio me dio la idea, han pasado dieciocho años, que es media vida mía. Por tanto, ha sido más difícil que hacer un corto, sí.
«Mi fascinación por Mauricio se juntó con el encargo de su madre de hacer una película sobre él y fue imposible decir que no»
P. Dice que la madre de Mauricio le dio la idea. ¿Tenía alguna vinculación con él más allá de admirarlo como artista?
J.M. A la madre la conocí porque le pedí permiso para poner su música en un corto. La fascinación por Mauricio la tenía ya. Su alma está en su música y esas canciones suyas, por algún motivo, ya me entusiasmaban. Cualquier persona a la que le guste un poco el rock and roll y las escuche se dará cuenta de que tienen algo especial. Sus letras son historias sobre un romántico que siempre va en un busca de algo trascedente, como la búsqueda de una estrella. Entonces, se juntó mi pasión con el encargo de su madre de hacer una película sobre Mauricio, y fue imposible decir que no.
P. Con el parón a causa de la pandemia, ¿cómo lograron mantener la esencia de la película? Para Pepe Lorente, que encarna a Mauricio, imagino que no fue fácil no perder el contacto con el personaje. ¿Cómo lo trabajaron?
J.M. Sí. A mí mantenerla no me costaba nada porque, en realidad, me podría pasar toda la vida haciendo esta película. Lo que me gusta es hacer cine en general. No me obsesiona hacer un número determinado de películas, entonces, todo lo que suponga poder cuidar más los detalles, bienvenido sea.
Respecto a Pepe, era lo más complicado porque un actor tiene que hacer otros trabajos. Había riesgo de que le saliera otro papel protagonista importante; de hecho, él renunció a trabajos para hacer ‘La estrella azul’. La manera en que mantuvimos vivo esto fue encontrar un equilibrio en el que él cada día dedicara unos minutos a Mauricio. Esto se materializaba en que todos los días me mandaba una estrofa cantada y esa estrofa la íbamos puliendo. Ese trabajo parecía que sería para un mes y terminaron siendo tres años…
«Estoy seguro de que a Pepe lo eligió Mauricio»
P. En cuanto al actor para encarnar a Mauricio, ¿ya tenía claro que quería contar con Pepe Lorente o hubo un casting en el que él le cautivó?
J.M. Vimos a miles de actores, pero ya en la primera prueba yo empecé a ver algo en Pepe. Después, hice una segunda, que fue pasar un día entero con él. Ahí hicimos un ejercicio medio místico, en el que le pedía que se concentrara y dejara hablar a Mauricio a través de él, como si fuera un médium, que dijera lo que quisiera. Él, con los ojos cerrados, empezó a decir una serie de cosas que algún día espero poder enseñar. Yo estoy seguro de que a Pepe lo eligió Mauricio.
P. ¿Buscaba a alguien con una cierta componente musical?
J.M. Sí, era importante que al menos tocara algo guitarra. Porque una vez que ya tocas algo, se puede mejorar bastante rápido.
P. Para usted la música es importante. Ha compuesto los temas de algunos de sus cortos, tenía un grupo. ¿Cómo ha sido en este caso? ¿La música se ha grabado en directo?
J.M. Toda la música se ha tocado y cantado en el set de rodaje. Toda la música que suena es en directo. Es una de las cosas que daba más miedo al principio porque, además, muchos planos son planos secuencia muy largos. La película empieza con un monólogo del protagonista de tres o cuatro minutos, que es mucho, y luego una canción en directo entera de una banda de rock con una sala con quinientas personas dentro. Todo eso a los productores les daba miedo porque hay maneras técnicamente menos arriesgadas de hacerlo, pero creo que el resultado ha valido la pena.
P. El primer disco de ‘Más Birras’, grupo que lideraba Mauricio, se grabó en unos estudios de San Sebastián en 1987, el año en que usted nació. ¿Que usted estrene esta película en esta ciudad es cerrar el círculo?
J.M. Este proyecto está lleno de sincronías. Le pongo dos ejemplos recientes: el día 22 de septiembre, fecha en la que se inauguró el Festival de Cine de San Sebastián, es San Mauricio, y el día 30, que es la clausura del festival y la entrega de premios, es el día en que murió Mauricio. Eso, sumado a que aquí grabó su primer disco ‘Más Birras’, hacía augurar que todo iba a ir muy bien y así está siendo.
P. En la película vemos que Mauricio está en un momento de crisis personal y se marcha a Argentina atraído por la figura de Atahualpa Yupanqui. Allí descubre al músico Carlos Carabajal, que lo acoge como a un hijo. A veces, parece que tenemos que irnos muy lejos para encontrar nuestro sitio. ¿Ha tenido usted esa sensación?
J.M. Entiendo el por qué hacer un viaje para acabar encontrándote a ti mismo. Hay una canción de Santiago del Estero que aparece en la película que dice “fue mucho mi penar andando lejos del pago [el pago significa “mi tierra”], tanto correr para llegar a ningún lado, y estaba donde nací lo que buscaba por ahí”. De alguna manera el viaje yo creo que es una parte necesaria de ese proceso porque cuando sales de tu lugar conocido, sobre todo sales de tu propio personaje. Siempre nos relacionamos con los demás según la expectativa que la gente tiene sobre nosotros y cuando nos vemos en otro lugar es cuando podemos ser nosotros mismos. Y, al final, es al volver a casa cuando completamos el viaje. El viaje siempre tiene que ser de ida y vuelta. Eso es lo que se cuenta en la película. Y yo haciéndola he vivido lo mismo.
P. ¿Cómo fue rodar en Argentina con la familia del músico que había conocido Mauricio?
J.M. Más que el rodaje, lo más emocionante fue todo el proceso. Hubo muchos meses de preparación, de convivencia del actor con la familia, de empaparme yo. Eso ha sido precioso para todo el equipo. En Argentina hice yo todo el casting, busqué las localizaciones y descubrí lugares a los que como turista nunca habría llegado.
El rodaje fue más parecido a un rodaje cualquiera. Con momentos muy emotivos, eso sí, porque eran actores que estaban representando a sus familiares -por ejemplo, el que interpreta a Carlos Carabajal es su propio hermano-, pero también estuvo presente el estrés propio de los rodajes. Yo, como director novel, lo disfruté en algunos momentos, pero, sobre todo, lo sufrí.
P. La película es un homenaje a Mauricio Aznar, pero también a esos músicos del folclore que no son tan conocidos, a esas estrellas anónimas.
J.M. De alguna manera, hay muchos John Lennon en muchos barrios de muchas ciudades de muchos países del mundo, personas con duende, con ángel, con una mirada que va más allá de la del resto de los mortales. Y esta película habla de esos, de que no solo el que suena en la radio merece una película.
«El viaje a Argentina ha sido un viaje al pasado y, sobre todo, un viaje de aprendizaje de unos valores que necesitamos mucho aquí»
P. La película nos muestra una Argentina que no es la que estamos habituados a ver.
J.M. Sí, la gente tiene la idea de que toda Argentina es como Buenos Aires. Cuando yo fui la primera vez, encontré una Argentina, sobre todo en el interior, mucho más parecida a toda Latinoamérica. Allí se mantienen unas costumbres que aquí se perdieron, especialmente, la reunión de las personas, el parar para tomar mate todos juntos o que cuando alguien saque una guitarra, todo el mundo se calle para escuchar a esa persona. Eso en España no lo he visto más que en mi pueblo alguna vez cuando era niño, que alguien cantaba una jota, pero es una cosa en total peligro de extinción. Entonces, el viaje a Argentina ha sido un viaje al pasado y, sobre todo, un viaje de aprendizaje de unos valores que necesitamos mucho aquí.
P. En la película, hay un diálogo en el que uno de los personajes argentinos dice que le habían preguntado cómo podía ser argentino si tenía aspecto de boliviano. Y es verdad que, quizá, a priori, uno no sitúa en Argentina a personas con rasgos indígenas.
J.M. Es que dentro de la propia Argentina ocurre que la gente de Buenos Aires es bastante cerrada, en el sentido de que vive muy dentro de su ciudad y de espaldas al resto de Argentina. Entonces, cuando vas al resto de Argentina, descubres una cierta herida producida por esa visión tan egocéntrica de la capital. De alguna manera, la película tiene esa motivación de explicar que, muchas veces, el alma de los pueblos se construye en los pueblos más pequeños. Para mí, lo que es Argentina está fuera de Buenos Aires, que es una ciudad mucho más europea, con mucha inmigración italiana, española, alemana y de muchos sitios. Pero donde está realmente el espíritu es donde se conserva lo indígena, que es en el interior.
«Ser libre exige una gran energía»
P. Mauricio seguía su instinto, trataba de hacer lo que quería hacer, al margen de los dictados de las discográficas, y en la película vemos que por esa libertad tuvo que pagar el precio de quedar un tanto relegado al olvido. En el audiovisual, últimamente, el cine independiente está más en auge, pero ¿cómo de difícil es mantenerse fiel a las propias ideas y hacer algo diferente de lo que es más mainstream?
J.M. Es dificilísimo. Cuando en un arte influye el dinero, todo se empieza a corromper. En la música, le empezó a pasar a Mauricio. Él sintió que tenían que grabar en un estudio más caro, ese estudio costaba dinero y, entonces, los productores querían dar su opinión. Es normal. Si yo fuera productor, haría lo que todo productor hace. Cada uno juega su papel. Cuanto más dinero hay, más difícil es que tú ejerzas la libertad creativa, pensando solo en la transmisión. Tarkovski decía que el cine sería un arte cuando una cámara costase lo mismo que un lápiz y, en realidad, nos estamos acercando a eso. Con ‘La estrella azul’ tuvimos la suerte y la desgracia de la pandemia, que provocó una gran crisis en la estructura de la película. Tuvimos que replanteárnosla para hacerla bastante más pequeña y la verdad es que con un equipo más pequeño, yo me sentía mucho más cómodo. Y, aún así, ha habido que poner mucha energía en explicar las motivaciones por las que yo tomaba tantos riesgos. Es verdad que me han aceptado todo, no me puedo quejar, pero ser libre exige una gran energía.
P. ¿Qué viene después de San Sebastián? ¿Está previsto que la película pase por más festivales?
J.M. Está confirmado que vamos al festival de Varsovia. Hay otro muy importante de clase A, pero que no podemos contar todavía, e imagino que algunos más y, después, el estreno comercial en salas, que está previsto entre febrero y abril de 2024.
P. ¿Está ya trabajando en algún otro proyecto que se pueda contar?
J.M. Todavía no. Terminamos esta película hace muy poco, así que ahora toca acompañarla en su andadura y descansar un poco y, después, ya me pondré a pensar.
Macipe estrena ‘La estrella azul’ con la edad a la que falleció Mauricio. Parece como si hubiera tenido que esperar hasta alcanzar la edad del que fue líder de ‘Más Birras’ para poder insuflarle de nuevo la vida. Que esta nueva vida de Mauricio va a ser larga es evidente. Prueba de ello es que, cuando se publica esta entrevista, ya sabemos que la película ha vuelto del Festival de San Sebastián con dos premios: el ‘Premio TCM de la juventud’, que concede el Jurado de la Juventud (compuesto por jóvenes de entre 18 y 25 años), y el ‘Premio Cooperación Española’.