Entrevista | David Marqués «De lo que más disfruto es de la dirección. Yo estaría rodando cada día»
Hace apenas unas semanas, el cineasta David Marqués estrenó en el Festival de Málaga ‘Puntos suspensivos’, la película que ha dirigido y cuyo guion firma junto con Rafael Calatayud.
Narrada como un puzle cuyas piezas van encajando según avanza el metraje, esta historia de traiciones, mentiras y muerte es un thriller psicológico que homenajea al cine clásico de suspense.
Leo (Diego Peretti), un exitoso escritor que firma sus novelas con seudónimo, escribe su próximo libro en un chalet aislado cuando recibe la visita de Jota (José Coronado), un personaje inquietante. Si nadie, excepto su agente, Victoria (Cecilia Suárez), sabe que está allí, ¿cómo ha conseguido llegar hasta él? ¿Con qué intenciones?
Quienes asistimos al Festival de Málaga tuvimos el privilegio de ser los primeros en descubrirlo y yo, al día siguiente de su estreno mundial, pude, además, charlar con David Marqués -y eso que esta es una de esas películas de las que apenas se puede hablar, por constante riesgo de spoiler-. Se nos unió al final Rafa Calatayud, su coguionista, con el que lleva ya unos cuantos proyectos.
Pregunta. La primera vez que viniste al Festival de Málaga fue hace veinte años y la última hace diez. ¿Qué supone para ti estar otra vez aquí estrenando película?
David Marqués. Para mí supone mucho porque es un festival al que tengo mucho cariño. Vine por primera vez hace veinte años con ‘Aislados’, que es una película pequeñita, pero que se recibió muy bien y me enamoré del festival. En aquella ocasión, estuvimos toda la semana y fue una gozada. Luego, vine con dos películas más y la última vez fue hace diez años con ‘Dioses y perros’, que también tuvo muy buena acogida, así que me apetecía mucho volver. Y fue un pase muy bonito el de ayer. Colmó mis expectativas. Es verdad que el contexto era distinto porque, cuando presentas una comedia, la reacción del público es inmediata, notas enseguida si gusta o no, si la gente se ríe o no se ríe; sin embargo, con un thriller como este estaba un poco más expectante, pero, dado que se quedó prácticamente todo el mundo al coloquio y por las preguntas que hubo, yo creo que gustó. Si ves que la gente no enciende mucho los móviles es buena señal y no vi ninguno.
«Queríamos hacer un thriller psicológico, homenajeando al cine clásico»
P. ¿Cómo llegó la idea de hacer esta película?
D.M. Yo siempre he hecho historias muy minimalistas, sobre todo, porque los presupuestos eran reducidos. En mis primeras películas, hacía los guiones en base a lo que tenía. Por ejemplo, si tenía una casa con dos actores, pues hacía el guion en base a eso. Iba adaptándome a los elementos. Cuando llegó la pandemia, participé en la serie ‘Relatos con-fin-a-dos’, uno de cuyos episodios, que escribí con Rafa Calatayud, era ‘El aprendiz’, un duelo entre dos tipos: un asesino que enseñaba a un aprendiz a ser asesino. Era un duelo a través de pantallas. No era una comedia, pero tenía toques de humor negro. Me gustó mucho hacer esa historia y, a partir, de ella, pensé que estaría bien hacer algo más clásico, un thriller, y escribimos esta historia, que, en un primer momento, se llamaba ‘El invitado’. Empezamos a desarrollarla pensando en rodarla en un espacio cerrado, con un equipo mínimo, por las restricciones que había en ese momento, pero la historia fue creciendo. Después, entró Álvaro Longoria a producirla y, claro, ya podíamos contar con un poco más de desahogo. Es una película también pequeñita porque se rodó en tres semanas, pero el concepto era ese: hacer un thriller psicológico, homenajeando al cine clásico.
P. Se aprecian todas esas referencias a Hitchcock, a Chicho Ibáñez Serrador, creador de ‘Historias para no dormir’, y demás.
D.M. Nosotros teníamos cuatro películas en mente: ‘La huella’, ‘La trampa de la muerte’, ‘Las diabólicas’ y ‘La soga’. Algo de ‘Misery’ había también, por aquello del mundo literario y el enfrentamiento. A medida que vas escribiendo, te van saliendo referencias de las que ni siquiera eres consciente. La verdad que fue un proceso muy divertido. Teníamos claro lo que queríamos que pasara, coger estas películas que comentaba, meterlas en una batidora, menearla y ver qué salía. A veces, parecía una secuencia de ‘La huella’, pero, en lugar de ser los protagonistas de ‘La huella’, eran los de ‘La soga’. Era complejo darle forma a todo eso y lo que hicimos fue darle una forma literaria. Por ejemplo, la inspiración para los saltos de capítulo viene de que Rafa había escrito una novela negra que se llama ‘La vida te matará’ y que está contada de manera que empieza en el capítulo trece, luego viene el uno, después el catorce, luego el dos, etc. Nos apetecía jugar con esa estructura.
P. ¿Teníais clara desde el principio la historia entera con todos sus giros y lo único que había que encontrar era la manera de contarla?
D.M. Teníamos claro cómo empezaba y pensábamos que usaríamos flashbacks para mostrar el pasado de los personajes. Entonces, la mejor manera era estructurarlo por capítulos. Todas las piezas fueron encajando, de manera que no hubiera cabos sueltos. De hecho, no los hay y, si parece que hay alguno, los protagonistas de la película lo verbalizan. Hay mucho metalenguaje en la película. Los propios personajes son conscientes de cómo estamos contando la película.
Igual que nosotros jugamos al escribirla, queríamos que el espectador también jugase. El espectador va aprendiendo las reglas a medida que va avanzando la película. Te va cambiando la perspectiva constantemente.
P. ¿Cómo se escribe a cuatro manos?
D.M. Con Rafa me entiendo muy bien, nos conocemos desde hace tiempo, hace mucho que escribimos juntos. Cada proyecto es diferente, eso sí, pero siempre hablamos muchísimo antes de ponernos a escribir, teorizamos mucho, jugamos con el argumento. Luego, empezamos a plasmar las ideas sobre papel. Y, después, de mucho hablar, hacemos un tratamiento y, posteriormente, escribimos ya el guion y nos vamos pasando versiones. Escribir con otra persona te permite ese efecto ping-pong. Cuando escribes solo, por el contrario, tienes que hacerlo contigo mismo y das todo el rato en el mismo sitio. A veces, uno solo se enroca en algo y, cuando lo hablas con otro, es mucho más fácil.
Nosotros somos conscientes los dos de que, si uno dice que algo no funciona, hay que eliminarlo. Alguna vez, uno convence al otro, pero si no lo convence, ese elemento no se incluye. Uno puede estar muy emperrado en algo y si el otro insiste en quitarlo, se quita porque entiendes que hay algo que no funciona. Si no estamos los dos convencidos, no lo ponemos.
En nuestros proyectos en solitario, también nos consultamos.
P. ¿De qué parte disfrutas más: de la dirección o del guion?
D.M. De la dirección. El rodaje es lo que más me gusta. Sobre todo, lo disfruto más si lo he escrito yo. Cuando son proyectos de encargo, me lo paso bien, pero es distinto. Si lo he escrito yo, sé por qué he escrito cada cosa y, cuando ensayo con los actores, busco otros matices. Me gusta, además, encontrarme con dificultades en el set porque te hace adaptarte, descubrir cosas nuevas. Me viene muy bien todo el bagaje de mis primeras películas más indies, precisamente porque me enseñaron a adaptarme a las circunstancias. Hice un programa de TVE que se llamaba ‘Rutas bizarras’, en el que teníamos que improvisar cada día porque a lo mejor llegábamos a un sitio, teníamos dos horas para rodar y surgían imprevistos y era una improvisación continua. Para mí es divertido, es como una yincana. El rodaje es lo más corto y lo más intenso. Yo estaría rodando cada día.
Y otra cosa que me encanta es ver la película en una sala con público. Esa es la meta. Yo soy el típico loco que se queda a ver su película. Si estoy en un festival y pasan la película dos o tres veces en un día, yo me quedo las dos o tres veces porque el público cambia. No estoy tan zumbado como para ponérmela en mi casa yo solo, pero cuando es con público, me gusta verla, sobre todo en festivales internacionales, por ejemplo, en Transilvania, en Noruega, en sitios en los que no pensarías que se proyectaría una película tuya.
Lo bueno de los festivales es que cada pase es un evento y, normalmente, las salas se llenan. Ahora, es muy difícil ir al cine y ver una sala llena, a no ser que sea un blockbuster, y ni con esas. Pero si voy a un festival y la sala está llena, ¿cómo no me voy a quedar?
Esta es la película, quizá, más universal que he hecho porque todas las demás son comedias muy locales. Incluso alguna de las que hice al principio tenían gags más que locales, casi de un grupo de amigos concreto que piensas que nadie va a entender, y luego resulta que sí. Esta película es distinta.
Rafa Calatayud. Es una película muy europea. Podría ser francesa perfectamente. Es muy adaptable y se puede hacer un remake de cualquier nacionalidad.
P. En esta película, trabajasteis con improvisación o, por el contrario, estaba todo muy medido?
D.M. Estaba todo medidísimo. Es cierto que en los ensayos jugamos mucho con la actitud de los personajes. Actores del calibre de los de esta película aportan muchísimo. Cada uno aportó cosas suyas, por supuesto. De hecho, es que el guion se escribe hasta el final, sigue abierto incluso en montaje. Con los actores vas reescribiendo cosas, algunas a lo mejor no funcionan como tú lo habías pensado y las cambias, pero a la hora de dar “acción”, ahí ya no había improvisación. Era todo un mecanismo de relojería que no podía fallar.
P. ¿Tenías claro el casting?
D.M. Casting como tal no hubo. Desde luego, el perfil de los actores que han hecho la película es el perfil de los que queríamos. José Coronado y Cecilia Suárez fueron los primeros en llegar. Diego Peretti tardó más, pero, en el momento en que surgió su nombre, ya no lo pensamos más. Yo con Diego había trabajado y me apetecía mucho que volviéramos a trabajar juntos. Y para el personaje que encarna Giorgina Amorós, teníamos una lista bastante grande de actrices de esa edad porque yo no había trabajado recientemente con actrices tan jóvenes y vimos que Giorgina era perfecta para el papel. Ella es muy natural, parece que está improvisando todo el rato, su manera de interpretar es muy diferente a la de Peretti y Coronado y venía muy bien que hubiera ese contraste con la interpretación de ellos dos. Yo le decía «ellos son como piedras y tú eres agua».
P. Una de las cosas de las que trata la película es el ego. El famoso ego de los escritores.
D.M. Exacto. La idea principal que queríamos explorar es qué haría alguien por su ego, por ese amor a sí mismo.
«En la industria cuesta arriesgar, pero, a veces, hay que tener una visión un poco más abierta»
P. Es complicado encontrar el equilibrio. Si te pasas de ego, mal y si te quedas corto, aparece el famoso síndrome del impostor. Tú, como creador, ¿cómo te llevas con tu ego?
D.M. Bueno, depende. Cuando trabajas con cosas que has creado tú, el nivel de seguridad que tienes es distinto porque puede no gustar lo que estás haciendo, pero a eso estás expuesto siempre y le pasa a todo el mundo. Yo lo que quiero es estar satisfecho con lo que hago y que me guste a mí. Entonces, a ese nivel, con mi ego me llevo muy bien. Lo que me cuesta muchas veces es defender lo que yo quiero, no a la hora de hacer la película, sino de cara a la industria porque hay un camino muy marcado. Quizá por eso costó tanto hacer ‘Campeones’ y quizá por eso me costó tanto hacer ‘El club del paro’. Es muy difícil hacer algo diferente.
La industria tendría que darse cuenta de que no hay una fórmula mágica porque si no, todas las películas serían un éxito, y muchas veces, lo que funciona no es lo que copias al último éxito que ha habido, sino algo diferente, algo que es distinto, que hace mucho que no se hacía. Si te funciona la película X y luego quieres hacer algo que se parece a X, pues igual ya la gente se cansa. ¿Qué pasa con las películas de superhéroes? Que la gente dice que estás haciendo todo el rato lo mismo. ¿Y cuál funciona? Pues la que de repente se sale de eso.
La realidad es que es muy difícil que esa cosa diferente llegue al público. Por ejemplo, si propones una secuencia de solo dos tíos hablando durante veinte minutos, lo más seguro es que te digan que no. Pero es que la cuestión es que sepas hacerlo de manera que no aburra. Yo entiendo que cuesta arriesgar, pero, a veces, hay que tener una visión un poco más abierta.
En una película que yo hice hace veinte años, uno de los protagonistas decía que iba a escribir una película de estas en las que no pasa nada, sólo dos tipos hablando. Y el otro le decía: «pero eso es una mierda, eso no le va a gustar a nadie. Si hablaran en francés o en ruso, entonces le darían premios y todo».
‘Campeones’ estuvo en la mesa de todas las productoras de este país y nadie quería hacerla y luego mira el éxito que tuvo. Y, aunque no sea un éxito. Te pongo el ejemplo de ‘El club del paro’, que me costó diez años hacerla, la hice y no fue casi nadie al cine y ahora lleva más de un mes en el top diez de Amazon Prime Video. Ahí ha encontrado su público. Puede gustar o no, pero demuestras que, de repente, un proyecto diferente está ahí mucho más tiempo que otros que están hechos como para petarlo y luego están solo una semana.
RC. El proyecto de David ‘El club del paro’ es un proyecto radical, pero que a la gente le encanta. Alguien comentaba el otro día que hay que pensar que el espectador es tan inteligente como crees que tú eres porque si no, harás lo que hacen todos.
P. Hay un momento en la película en la que vienen a decir los personajes que cualquiera puede ser un asesino, que solo hay que encontrar el motivo justo. ¿Compartes esa afirmación?
D.M. Sí. Cualquiera puede ser un asesino. Éste (señalando a Rafa Calatayud) puede ser un asesino.
Esperemos que la realidad no supere la ficción y podamos ver muchos más proyectos conjuntos de David Marqués y Rafa Calatayud. De momento, ‘Puntos suspensivos’, producida por Morena Films, llegará a los cines a lo largo de 2024. No será el único thriller que tenga su estreno en salas este año, pero seguro que no habrá otro tan juguetón como este.
Siempre me viene el deseo de ver la película que comentas...Es una pena que en Antequera donde vivo no tengo la ocasión de disfrutarla.Quedan muy pocas salas y suelen exhibir cine para niños o de temática no muy interesante....Como siempre ...Clara,muchas gracias por dar a conocer obras de otro nivel...